martes, 15 de marzo de 2022

La guitarra, entre enseñar y aprender

Puso en sus brazos de bronce 
La guitarra cantaora. 
En su bordón hay suspiros.
Manolo Escobar.


A veces pienso que algunos profes somos como guitarristas, pero no cualquier tipo de guitarrista, "tocaores flamencos". Y pienso en esos tocaores flamencos enseñando a los alumnos a tocar la guitarra. 

He ahí esos virtuosos de su instrumento mostrando sus dotes, entonando los mejores acordes y arpegiando las mejores melodías... para que sus alumnos aprendan. Y tocamos y tocamos, canción tras canción, recitales diarios, derroches compositores con técnicas depuradas y partituras espléndidas,  improvisadas cuando es necesario para obtener una mejor sonoridad, como músicos de jazz con nuestras guitarras de palo santo... 

Y enfrente... y enfrente nuestro más querido auditorio, nuestro alumnado. Y en la mente... la sensación de que a pesar de todos los esfuerzos que hacemos no están aprendiendo a tocar la guitarra como "es debido".

Y es que a veces, estamos tan ensimismados tocando y mostrando cómo hay que tocar que podemos caer en la trampa de confundir enseñar con aprender. Son dos verbos que casi siempre van de la mano, pero no son lo mismo, y lo sabemos, pero cuesta tanto separarlos...

A veces nos da miedo que nos puedan romper la guitarra y por eso no la prestamos. A veces la melodía está pasada de moda y no entendemos que no les guste, con lo bonita que es. Otras veces, no somos conscientes de que cada niños tiene su propio instrumento, y nosotros empeñados en que todos toquen la guitarra, que es la que mejor suena y la que yo sé tocar.

Hay momentos en los que alguien nos propone una composición con muchos instrumentos, vaya, una partitura para orquesta o banda, incluso compuesta entre todos, hasta por los aprendices...y nos echamos las manos a la cabeza, ¿Eso cómo va a ser? ¿Cómo va a tocar cada uno un instrumento distinto? ¿Cómo voy a comprobar que cada uno sabe tocar? ¡Es de locura! 

Pero luego están los buenos guitarristas, o mejor, los buenos maestros y maestras, los que saben que hay que soltar la guitarra para que la cojan ellos, para que la toquen, para que la descubran, para que le saquen sonido, para que se les pueda modelar... ellos son los que tienen que aprender, los que vienen a componer nuevas melodías, los que vienen a dar continuidad y mejorar lo que somos, porque no se rompe, y si se rompe siempre se puede reparar u obtener otra, porque para enseñar hay que vencer los miedos... y los apegos. 

Somos más que guitarristas, no podemos conformarnos con tocar enfrente, nos toca estar al lado, ayudando con la posición de los dedos, con la forma de coger la guitarra, enseñando a tocar con partitura al que sabe leer y de oído al que aún no entiende las notas, mostrando la postura cuando es necesario. Nos toca ser modelo y ejemplo, pero no solo de cómo se toca el instrumento, también de pasión por la música, de confianza y cariño hacia nuestros alumnos y compañeros, toquen el instrumento que toque cada uno de ellos, y nos toca ser fervientes devotos de nuestros pequeños aprendices y de la música que hagan, suene como suene, porque sabemos que con la práctica y nuestra ayuda cada día sonará mejor... hasta incluso superar al maestro. 

Hoy una compañera me ha pedido que le ayude a mejorar como profesora, que quiere mejorar... Este año va a pedir una prejubilación... Estos son los imprescindibles, los que saben que hasta el final pueden seguir creciendo porque va en ello la vida de sus alumnos. Gracias maestra por enseñarme a aprender, por ser modelo que no se conforma con tocar frente al auditorio sino que prefiere estar sentada aplaudiendo a los verdaderos protagonistas, nuestros alumnos, y por elegir ayudarles a que cada uno encuentre su mejor sonido. Porque cada maestro tiene derecho y merece seguir creciendo, incluso los mejores.

Entre enseñar y aprender... me quedo con aprender. Solo los que están aprendiendo deberían dedicarse a enseñar, con la humildad del que sabe que el aprendizaje es sagrado.




1 comentario:

  1. Gracias Fran, es precioso y brillante, aunque cada día me cueste más afinar mi guitarra,que sí soy sincero no es ni mía.
    Un abrazo amigo.

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