martes, 21 de diciembre de 2010
FELIZ NAVIDAD
viernes, 22 de octubre de 2010
Cómo voy a olvidarte
De estas ideas, la primera que plasmo aquí es la de la apuesta por la persona. Me acuerdo de mi abuelo y mi tío, y pensando en ellos, me acerco a tantos que corren el riesgo de ser olvidados, especialmente los que como sociedad hemos aparcado y escondido para no tener que llegar a recordarlos (grabarlos en nuestra memoria y mucho menos en nuestro corazón). La persona, valor absoluto, que reconstruye la vida. Por tantos que lo han descubierto y no se permiten el olvido de los que tienen más cerca, y construyen sin descanso porque otro mundo, mejor, para todos, es posible. Porque son luz para mí y porque sin saberlo me reconstruyen a mí también, poco a poco... para que yo tampoco me olvide.
Otra idea, consecuencia de la anterior, es que debo apostar por mí. Porque está en mis manos cambiar, construir. Llevo mucho tiempo dando bandazos por un laberinto en el que no sé cómo llegué a entrar, ni porque puerta, ni qué me empujó a perderme. El caso es que sin saber donde está la entrada es difícil encontrar la salida, y he tenido que aprender a vivir dentro, unas veces con más aire y otras con menos, pero intuyendo que no estaba fuera. Hoy, o hace unos días, tomé la determinación de ser sincero, porque la verdad libera y abre puertas. Y en ello estoy, con la conciencia de haber asomado la cabeza fuera del laberinto y querer vivir fuera de su refugio alienante. Por eso apuesto por mí, porque estoy en camino.
La puerta. La salida. Supongo que cada uno debe encontrar la suya. Yo probé varios atajos, que ayudan a respirar pero no son definitivos. ¿Entonces qué? Entonces ser. Construirse de nuevo. Leyendo un libro sobre la crianza de los hijos y cómo ayudar a su crecimiento feliz, descubro los pasos que debo dar y para qué. Descubro y decido con determinación amarme y amar sin condiciones a quienes me rodean. Sin juicios, castigos, sermones, reproches, recompensas, chantajes... que no educan ni ayudan a crecer. Ser y estar, amando. Eso hace feliz, eso me hace feliz.
jueves, 29 de abril de 2010
Y ya se van dando cuenta.
Empezaré por el quiénes. Resulta que de un tiempo a esta parte, cada mañana, cuando llevo a mi hijos al colegio y a la guarde respectivamente, noto que ya se van dando cuenta. ¿De qué , de qué? ¡Ay, con las impaciencias! Ya voy, que acabo de comenzar a escribir y prometo ser corto esta vez. El caso es que a Bruno lo dejo en la puerta después de despedirnos y hablar de todo lo que da tiempo en el trayecto hacia el cole, especialmente de lo que va a hacer en la escuela y de lo que luego nos toca por la tarde. Le doy un beso en la verja y le digo que lo saludo desde la reja (La reja, es como en muchos colegios, a esas horas, una aglomeración de padres viendo y saludando a sus hijos tras los barrotes). Normalmente, bueno no, solo frecuentemente, cuando llegamos la puerta de su clase ya está cerrada. (Entiendo que las seños no tienen muchas ganas de ser observadas con minucia en cada acción, palabra o detalle que puedan mostrar a los niños... y yo también me escondería lo antes posible, solo que lo mío es crónico, o sea, me observen o no). A lo que iba, mi hijo, intuyo que ya sabe que tras esa puerta deja de ser él, me da la sensación de que racanea unos segundos antes de abrir como si supiera que aquí fuera es libre y que una vez dentro no hay otra posibilidad que la de ser alumno, no Bruno. Para Malaguzzi la escuela y la cultura roban al niño sus capacidades expresivas, separando la cabeza del cuerpo. Esa es la sensación que me da mi hijo al tardar unos segundo antes de abrir la puerta, meneando su cuerpecito a izquierda y derecha, hasta que por fin decide alzar la mano y agarrar el pomo para pasar al mundo del silencio.
No es que se aburra en la escuela, ni mucho menos, es feliz al lado de sus compañeros, también le encanta la información que recibe, las cosas nuevas que conoce, pero eso, solo eso. A la hora de expresar los límites están bien limitados y establecidos en la escuela. Por eso digo que ya se va dando cuenta.
En cuanto a Martín, que todavía va a la guardería, y lo que le queda, su problema es otro, similar pero otro. Y es que en casa estoy con papá y mamá y Bruno, a veces los abuelos (Abuuuu, abueooo) y no lo cambio por nada. Hago y deshago a mi antojo, me muevo con seguridad, es verdad que no tengo los columpios que hay en la guarde y que son tan chulos, pero me bastan mis juguetes, pelotas, libros... y ese calorcito que me da mi familia. Pues eso, que no quiero entrar, que el mundo es más grande que las paredes de mi guarde y que quiero verlo todo... pero al natural, en vivo y en directo... y con mis padres.
A los maestros y maestras, a los profesores y profesoras, a los que educamos: que no se nos olvide nunca que el ser humano ha nacido libre, para ser libre y para volar... no hace falta que lo surtamos de alas, cada uno viene con su propio equipamiento, basta con que no les impidamos usarlas.
miércoles, 28 de abril de 2010
A pesar de todo... la JMJ... no deja de ser una aventura
martes, 30 de marzo de 2010
El Dios de la vida
A una nueva vida...
Sólo el amor alumbra lo que perdura...
Silvio Rodríguez.
Llevo varios días pensando en la vida y
en el amor. En la vida que nace, imparable. Y al amor que la hace posible,
hasta lo "indecible". Hace poco una alumna se acercó y me dijo soy madre. Quería
que lo supieras. Sin más. Me encantó su confianza, sigue siendo alumna, pero me
encantó mucho más su rostro iluminado, feliz, sabiendo que la "vida"
se le truncaba de alguna forma pero a la vez, más que nunca se sentía viva,
orgullosa de su maternidad. Me encantó. Hoy da a luz una prima mía en las
mismas circunstancias, o no. Las circunstancias nunca son las mismas. Los
hogares de los que provienen estas dos "niñas", me refiero a las
madres, son totalmente distintos. La educación que han recibido los padres es
distinta en cada caso, una de las familias está totalmente desestructurada, la
otra tiene un trato exquisito y entrañable. En una han atendido todas las necesidades
de su hija, en la otra había demasiadas necesidades previas como para responder
a las de los más pequeños. En todo momento cada familia se ha esforzado y
luchado para que su familia fuera feliz, unos desde el orden y otros desde el
desorden. Y entonces... ¿y entonces qué? Pues nada, que la vida sigue, como
decía, imparable. Mejor o peor vivida se va abriendo camino entre las personas
que un día vivieron y asoma una nueva oportunidad para el ser humano. Una nueva
oportunidad para encontrarnos con el Dios de la Vida. Ese que nos muestre lo
importante que somos cada uno de nosotros en su proyecto, Ese que nos revela
que somos imprescindibles a pesar de nuestra pequeñez, Ese que nos alerta de
que por más que nos empeñemos en rebajar la dignidad humana al mero día a día
material (Son muchos creyentes y no creyentes que gastan su vida en demostrar
esta tesis de la indignidad humana y la necesidad de abusar de ella) somos
únicos, irrepetibles e impresionantes... porque Él así lo ha querido. No hay
más. El resto es la obstinación humana por ensalzar la mediocridad, la
comodidad, el valor del miedo... y es que de esta manera hay algunos que pueden
aprovecharse. Estas dos niñas (mis madres) con o sin educación, jóvenes en
exceso, solas o acompañadas, ya han descubierto el milagro de la vida como
regalo humilde, inmerecido e inabarcable que hace redescubrir al ser humano y
te deja a las puertas de encontrarte con el Dios de la vida. Un camino
recorrido y emprendido como un juego que te deja ante las puertas de la verdad,
más cerca de Dios Padre-Madre que ningún otro ser. Esa puerta no está
abierta... ni tenemos la llave. Tras haber llegado, la puerta se queda ahí y la
madre vuelve a su nueva vida, a luchar por la mejor vida que pueda dar a su
criatura. Sabiendo o sin saber. Pero ya nada será igual, por un tiempo estuvo
ante el misterio y su vida ha tenido un sentido, el de dar vida... y poder
seguir dándola, esta vez de las formas más diversas.
El fin de semana pasado estuve en la
boda de una prima de mi mujer, cuyas circunstancias eran las mismas que las de "mis niñas" (parecidas, es como si Dios se hubiese enloquecido con el ser humano
y le encanta que cada vez seamos más), el caso es que en la primera lectura San
Pablo decía (nos exhortaba a) que estuviéramos "alegres en la
Esperanza". No decía que nuestra alegría era lo que teníamos ni lo que nos
rodea ni las personas con las que vivimos, no, nos debíamos afianzar en la
Esperanza. Luchar por aquello que esperamos, amar el tiempo que vivimos porque
posibilita el que ha de venir. Estad alegres porque vuestra vida tiene sentido
y mientras haya injusticia, desprecios, hambre, necesidades... nuestra vida
tiene sentido. Estamos llamados a dar Vida, la que Dios quiere, y a ser
Esperanza, como Dios nos quiere, de una forma esperanzadora. Porque sigue
creyendo en el mundo... tiene esperanza... porque sigue esperando en el mundo, se alegra con la Vida. La nueva vida, con las vidas nuevas.
Los que me enamoran...
Se nota que ya estoy metido de lleno en las clases y me cuesta mucho más poner por escrito lo que vivo y lo que me rodea. Pero lo necesito. Tengo varios artículos pendientes, algunos casi terminados... pero este ha tomado ventaja. Los que me enamoran. Hoy quiero escribir sobre las personas que me enamoran o lo que es igual, las personas que me entusiasman (me encanta esta palabra, por su procedencia del griego "ἐνθουσιασμός" con Dios dentro -más o menos-, y jugar con la palabra enamorado, "enamordados" recordando que de amor procedemos y somos regalo de amor. Por favor, cuando leáis esto quitadle todo el empalago que aparenta, para llegar a ser persona es fundamental comenzar con unos buenos amorosos cimientos, aunque no es condición imprescindible, gracias a Dios la invitación a ser persona es para todos.)
A lo que voy, si Jesús, el de Nazaret,
habló de los que eran bienaventurados, a mí me gustaría hablar de las personas
que me llenan el corazón, de las personas que me entusiasman... de las que me
enamoran.
Y es que me enamoran muchas personas.
Me enamoran los que tienen luz en la mirada, son capaces de ver la novedad y
descubrir lo que otros no alcanzan a ver. Me enamoran los que miran
sinceramente, sin juzgar, sin mirar desde arriba ni de lado, los que te hacen
sentir tu valor con su sencilla observación.
Me enamoran los que sonríen por las
mañanas y los que al llegar la tarde, tras un leve resoplo, vuelven a sonreír y
es que se sienten satisfechos porque han dado todo lo que son en los quehaceres
de su día.
Me enamoran las personas que luchan
limpiamente, que vienen de frente y no en contra, que son transparentes pero no
vacíos. Las personas que ofrecen información, porque dan lo que tienen, pero me
enamoran mucho más los que se comunican porque comparten lo que son. Me
enamoran aquellos que conocen sus limitaciones y son capaces de afrontar la
vida con humildad, con alegría, han descubierto la riqueza de necesitar de los
demás para ser, la riqueza de no tener que vivir aparentando, la riqueza de
poder ser uno mismo, la riqueza de quererse tal como son y mejorarse para
enriquecer a los demás... y sobre todo no cargarlos con sus pesos. Los que no
delatan las limitaciones que tenemos los demás, los saben silenciar lo que es
sagrado en la vida, nuestras miserias, y no las utilizan como arma arrojadiza
sino como lugar de encuentro y comprensión del ser humano.
Me enamoran los que no dan la nota, los
que bajan un poco su voz para sonar a uno con los que están en el coro porque
han entendido la fuerza que nos une y han dado de lado a todas las minucias que
nos separan... además, saben que sin las distintas voces el coro suena apagado,
monótono... sin por ello renunciar a la afinación.
Me enamoran las personas que saben
escuchar, las que me han escuchado siendo un niño y ellas grandes
profesionales. Me enamoran porque no alardean de su sabiduría, al contrario, su
sapiencia está en querer seguir aprendiendo, en gozar con cada nueva
aportación, con cada nueva palabra que desequilibre sus teorías porque las hace
avanzar. Los que teniendo criterios los dejan a un lado cuando se trata de
estar unido a los demás.
Me enamoran los que luchan por los
niños, los que prefieren quedar mal a cambio de que otros crezcan. Me enamoran
porque invitan a volar, porque ya saben lo que es volar y no van cortando a
nadie sus alas. Me enamoran los que acompañan en el vuelo sin marcar el rumbo,
disfrutando los vientos nuevos de cada mañana, animando a disfrutar de la suave
brisa que nos mueve, aunque corra en dirección contraria. Me enamoran los
padres que confían en las personas que trabajan con sus hijos, sobre todo
cuando sin ceguera alguna esperan con paciencia y acompañan en la tarea, me
enamoran cuando quieren con locura a sus hijos, cuando les dedican tiempo, cuando
les empujan a seguir, a ser buenas personas, a esforzarse por aprender, a
disfrutar creciendo... me enamoran porque solo así se quiere con locura, porque
son obras que no se lleva el viento, obras que permanecen en el desarrollarse
de sus hijos. Y me enamoran los hijos que dedican su vida a quién se la regaló.
Me enamoran los que luchan por mejorar
el mundo, los que paran en los pasos de cebra, los que dan las gracias, los que
se quedan sin comer para que otro coma, los que recogen un papel del suelo, los
que limpian los mocos a los que no son sus hijos, los que piden perdón aún
cuando no han hecho daño para arreglar una amistad rota, los que se muerden la
lengua para no faltar al prójimo, los que recogen la ropa, friegan los platos,
ponen el desayuno, los que viven con los ojos en el Dios de la vida...
Me enamoran los que me invitan a ser
mejor persona, los que no me enseñan que engañando se consiguen mejoras aunque
sea a costa de los demás o incluso de uno mismo, para mí el mal nunca puede ser
mejora, el mal me destruye. Los que viven con ilusión y esperanza.
Me enamoran las personas sensibles, las
que se conmueven con los sentimientos de los demás sin robarles el
protagonismo, la necesidad de sentir su dolor o su alegría, compartiendo
tiempo, espacio y cercanía sin llegar a ocupar el lugar del otro, desde la
intimidad.
Me enamoran mis alumnos de educación
especial, son encantadoramente imprevisibles y auténticos, ejemplares únicos en
peligro de extinción. Y me enamoran los que son capaces de ver más allá de unas
simples capacidades, los que descubren el ser humano llamado a ser más que
habita en ellos, como en mí, como en nosotros... solo es cuestión de tiempo y
recorrido. También me enamoran los que no son mis alumnos, los que me saludan
cuando paso y me provocan porque desean sentirse alguien, vistos y reconocidos,
y no saben que son ellos los que consiguen hacerme sentir alguien con su cariño
y necesidad de atención.
Y me enamora mi mujer, como dice un
amigo, me tiene esféricamente enamorado, es decir, que la mire por donde la
mire me tiene enamorado... y me enamora la vida que lleva dentro... porque la
primera vez me hizo padre... y ahora me renueva en el cargo... y es el regalo
más hermoso que haya vivido.
miércoles, 27 de enero de 2010
Vida Feliz para los niños
Me encanta, sin saberlo, de alguna manera es consciente de que la felicidad empieza en el cariño recibido, en que es fundamental que los padres no ejerzamos solo biológicamente sino profesionalmente. Entiende que los niños y las niñas necesitan a sus papás y mamás para ser felices, para que haya paz, porque no puede haber paz ajena a los sentimientos de protección, confianza, respeto, cariño, apoyo, comprensión... Que los niños tengan papás que les aporten seguridad y a la vez les ofrezcan andamios firmes sobre los que construirseue hacen que su felicidad recomience con el milagro de la vida hecha hijo. Sí y después la casa, la comida, la ropa y los juguetes. Pero primero, primero y primero: ellos, aunque la sociedad de consumo y bienestar nos indique lo contrario; ellos, aunque nos empeñemos en vivir paralelamente para creer ser felices; ellos el centro, aunque no se puedan hacer las mismas cosas... es que ya no quiero hacer las mismas cosas, si no son ellos lo primero nuestro mundo se acaba. Quizá no sea mañana pero seguro: si no son ellos lo primero quedará un poco menos construido por la parte que nos toca.
Otro día hablaré de cómo reprenderles, porque todo no son alegrías, pero me parece tan importante lo que ha descubierto mi hijo, que no pienso que sea justo mezclarlo con tonterías. Al final, resumimos su mensaje en: VIDA FELIZ PARA LOS NIÑOS, y es que la paloma era pequeña y lo tenía que escribir él. Vida feliz, vida digna para todos los niños y niñas... ¡que tengan papás y mamás!... y todo lo demás. Pero que tengan papás y mamás.