martes, 14 de junio de 2011

A mis Antonios

(Esto hace mucho que lo guardo en los borradores no terminados. Hoy lo publico... un día tarde pero es que hay algunos que la forma que tenemos de llegar a tiempo es un poquito después).
Hoy me he despertado con la necesidad de dar GRACIAS a Dios por los Antonios que ha puesto en mi vida. Me ha dado por ahí, qué le voy a hacer, otro día me dará por otra cosa. El caso es que tengo en mi vida unos pocos Antonios. No son muchos, pero son inmensos. No sé los vuestros, pero los míos son únicos, irrepetibles... entrañables.
Hago memoria y creo que siempre he tenido alguno de ellos al lado durante el Camino. Dando conversación, escuchando en silencio, marchando contento, superando durezas y asperezas de la senda, paciente, confiado, parando a descansar sin perder de vista lo que queda, pronto a reanudar la marcha, sin buscar privilegios y agradecido a la vida, traiga lo que traiga... y a veces, canturreando. 
Mis Antonios tienen una forma diferente de percibir el mundo... parecen como olvidados de sí. Atentos a los demás sin que los otros se den cuenta... bueno, eso creen ellos, que muy tontos no somos y sabemos de su cercanía aún de lejos, aunque a veces pasen los días y hasta los meses, y sin embargo atentos y cercanos. Este olvidados de sí les lleva a vivir en el aparente caos... ¡Pero, por Dios, no se lo desordenes! ellos lo tienen todo organizado, todo controlado, otra cosa es que tú no lo veas. Y al final hasta les salen las cosas. Si es que van a tener hasta razón.
En algunos momentos me acuerdo de alguno de ellos, especialmente cuando la vida me da un respiro... la vida y mis tres niños... y mi mujer... (esa Santa que todo me lo aguanta)... y el caso es que en esos momentos los vivo cerca el que aliviaba mis penas de chico, o el que acortaba el camino, el que escucha sin dejar entrever sus achaques, el que me llama una y otra vez para saber qué es de mi vida, el que me lleva al hospital cuando estoy muy malito y sabe estar en silencio acompañando mi dolor sin decir nada sobre lo ridículo que queda un hombre tan grande haciéndose el valiente y el duro, el que me hace esperar un mundo mejor... y el que a veces canturrea (otra vez), y ahora hasta me canta desde el cielo.
Con ellos he compartido: ratos de vida, camino, pensamientos, convivencias, campamentos... y es como para hacer un anuncio: Pon un Antonio en tu vida... no lo entenderás, ni falta que hace, cientos de horas de autonomía en cariño.
Por más que lo pienso lo tengo claro, yo no podría haberme llamado Antonio... pero eso da igual, ya os tengo a vosotros.
P.D. Es injusto que acabe un artículo a mis Antonios con otros nombres... pero es que mientras iba escribiendo me daba cuenta que en ese camino que recorro no sé cómo mis padres no le pusieron a mi hermana Antonia... Antonia María.
Con mucho cariño, un compañero de camino.