martes, 2 de diciembre de 2008

Los lenguajes

Hoy en día se habla
de que nos comunicamos
básicamente en tres sistemas
de representación de la realidad,
según el canal principal de comunicación:
visual, auditivo y kinestésico.

Tú y yo

A mí me gusta ver, dejarme sorprender por lo que ocurre,
por lo que pasa.
A ti, sin embargo, te gusta mirar, comparar, observar, retener esa información.
A mí me gusta cantar, si es posible solo, pero también en grupo.
A ti te gusta hablar, estar con gente y contaros cosas, que yo olvido, que tú llevas en cuenta.
A mí me gusta estar con gente mejor que yo, gente que hace cosas que yo no hago, que canta mejor que yo...
A ti te da miedo pensar que algo no te sale bien o que puede no gustar a los demás.
Yo disfruto mi imperfección.
Tú sufres tu perfección.
A mi me gusta sentirme vivo, amar en cuerpo más que en alma,
sentir el calor del ser humano...
A ti te gusta más amar de pensamiento... y de obra, siempre y cuando sea fructuosa.
Te gusta moverte para conseguir algo,
tu vida es un continuo de tarea tras tarea.
Yo disfruto con la cercanía de quien quiero
y focalizo mi amor en el aquí y ahora,
si estás tú y si no estás a mi prójimo.
Tú prefieres sentir con la mente y vivir de anhelos.
Viviendo tan juntos... estamos tan lejos.
Cuando yo digo que quiero algo quiero eso precisamente,
y cuando no quiero algo digo que no lo quiero.
Si tú quieres algo,
lo primero que ocurre es que no sabes que lo quieres,
y después, cuando ya vislumbras lo que quieres...
no lo manifiestas,
bien porque no lo tienes claro todavía
bien porque no te parece adecuado querer lo que quieres.
Así por ejemplo,
si quieres un árbol con unas características determinadas,
no lo dirás,
irás balbuciendo pistas para que finalmente nos llevemos ese que quieres...
pero tú no podrás manifestar satisfacción porque,
aunque lo quisieras,
ya has dicho que no sabías si lo querías.
De alguna forma has determinado de antemano
no ser feliz con lo que logres...
por el qué dirán
o por el qué pensarán.
A mí me da igual dónde estar,
tú quieres estar en el plato y en la tajá,
pero sin que se sepa que has estado en un sitio
o en el otro
o en los dos a la vez.
Para ti, esto que nos ocurre es casualidad, coincidencia...
para mí, cuando algo se repite pasa a ser una constante, una rutina...
y esta a mí me está ahogando...
y a ti te falta el aliento...

solo nos salva que soñamos volar juntos.