martes, 4 de julio de 2017

Acción de Gracias

"Es el momento de Dios... entregarse es servir en el amor de Dios" (Antonio Ávila)

Voy para seis años en el Colegio San Patricio y Dios se empeña en seguir marcando mi vida en periodos de tres años. En este tiempo he podido descubrir (y recibir como regalo) a una persona: Ángeles. Tres años trabajando desde la barrera y tres años hombro con hombro, pared con pared.
Es el momento de Dios, es la canción de un amigo y, además, es un tema que en estos días no deja de darme vueltas en la cabeza. Primero, porque sé que cada instante es de Él y para Él, segundo porque creo que la novedad es la forma de hacerse presente.
Dios es nuevo y se hace nuevo cada día. Eso han sido mis tres años junto a Ángeles en el equipo directivo, tres años de novedad diaria y de descubrimiento. Han sido tres años agotadores y a la vez únicos, tres años marcados por el intento, por parte de ella, de pulir el carbón que había en mí y tratar de sacarme el diamante que ella es capaz de ver en cada uno de nosotros.
La canción de mi amigo habla de que es el momento de dar una salto en el vacío y confiar en la palabra. Gracias por ser tan valiente, haces presente a Dios con tus decisiones.
Continúa diciendo que esta es mi casa, mi carisma, mi motor. Estos años me han ayudado a redescubrir mi vocación, esa entrega diaria por conseguir lo mejor para cada niño. Ha sido un regalo crecer junto a ti. Porque aunque no lo sepas o no quieras saberlo, veo en ti la grandeza del que sirve a Dios en su Amor y con su Amor.
Viene un momento de cruz (gozosa, quizás) porque sabemos que Dios va a derramar su gracia. Pero no deja de ser cruz que hay que asumir.
Aún con más canas y con más kilos, has conseguido, sin proponértelo, que vuelva a vivir en mí el eterno niño que confía en los brazos del Padre.
Sé que el tiempo que se presenta ante nosotros (ante ti, ante mí, ante el colegio San Patricio) es un tiempo en el que va a brillar la Esperanza. María nos guía, ha puesto a un buen hombre en el timón del cole, Luis, y a una buena mujer en el timón de la fundación (bueno, quizás no el timón, pero contramaestre que conoce los vientos y sabe aprovechar los mejores)
Es el momento de Dios, Él lo ha querido, es su forma de construir. Es el momento de proclamarle a cada instante porque ha estado grande con nosotros y de encontrarle en cada alma porque camina junto a nosotros en cada alumno, en cada compañero, incluso en cada madre y padre que se acerca a nuestras vidas.
Ya ves, hasta has conseguido que escriba después de tanto tiempo. Es necesidad y justicia darte las gracias por estos años. No pretendo llorar ni hacerte llorar, pero que sepas que si se derrama alguna lágrima, no es más que ternura de Dios que nos rebosa y necesita decir al mundo entero cuánto amor hemos recibido. Gracias.