martes, 24 de junio de 2008

El año que fuimos unos caracartones

Lucía de los cartones había sido abandonada
 por el guapo de cara que fue el primero
que le prometió un amor dulce y sincero.
Tam tam go

 

A todos los caracartones y a todas las caracartonas.

 

            Este curso no solo no ha terminado sino que ni siquiera hemos llegado a las vacaciones de Navidad y en el colegio Bocanegra ya hay una palabra que define cómo será: caracartón.

            Para los que no saben lo que significa diré, antes de nada, que el cartón es uno de los materiales más modelables. Con él podemos construir lo que queramos, hasta hay los que hacen sus casas con cartón, porque aunque sea modelable también es duro, pero su dureza no impide que cuando vienen los malos tiempo se empape de todo lo que caiga. El cartón en forma de caja o embalaje es capaz de guardar las mayores maravillas, aunque a veces descubramos que alguien vino, y en lugar de añadir sus tesoros, “robó” lo que había, dejando vacío  su interior. Eso le pasa al cartón: que cualquiera puede hacer lo que quiera con él. Aún así, siempre queda la esperanza de que venga aquel que es capaz de reutilizar nuestro cartón y dar una nueva forma que responda a las nuevas necesidades. Yo alguna vez vi cartones que se colocaban tras la tela de una camiseta para que no quedaran huellas del paso de la pintura por la camiseta, dejándose manchar para que la parte trasera de la camiseta no fuera pintorreada. También he visto cartones en las patas de la mesa consiguiendo equilibrar las situaciones a favor de una convivencia pacífica durante la comida. Otras veces el cartón nos lo encontramos en las puertas logrando con su pequeñez que esa salida, que esa entrada, permanezca abierta para el que quiera pasar por ella. He visto alguna vez cartones que servían para gritar a los cuatro vientos, en forma de pancarta, cartel o póster, cuando llega el momento de alguna celebración recordándonos a qué nos llama el Perito Cartonero que nos dio forma. Hay quien construye sillas de cartón, uniendo el cartón de forma adecuada. Hay veces que lo usaron para construir “miniaturas” y que los más “grandes” se encontraran con personajes como  don Quijote y Sancho Panza, dos caracartones manchegos de un mundo de fantasía al que a veces nos parecemos los caracartones del mundo real, especialmente cuando soñamos, especialmente cuando ponemos los pies en la tierra.

            Algunas propiedades del cartón son la resistencia a la luz, esto es que no se decolora con el paso del tiempo, para ello es necesario fibras de madera altamente puras; la impermeabilidad a las grasas, que le permite contener alimentos sin que pierdan cualidades; y, una última, son una barrera para los líquidos o vapores, para ello deben ser combinados con materiales tales como la cera o el  plástico. Todas estas propiedades nos hablan de la necesidad de mezcla para ser más rentables, de la fundamental confianza en las propiedades del otro elemento para resultar útiles, juntos.

            Y lo de cara... porque todos tenemos una. Nos identifica, nos desvela, nos descubre, va por delante de nuestras palabras... y no comentaré nada más de la cara vaya que digáis que soy un caradura por “aprovechao” y lo que yo soy es un caracartón.


            Me queda una sola cosa: dar gracias al Perito Cartonero que nos mandó al caracartón número uno que nos recordó lo que somos y lo que podemos construir. Cada mañana siembra de cariño nuestro colegio y nosotros sólo debemos preparar nuestras cajas (de cartón) para recoger el fruto (os recuerdo, aunque no sea necesario, normalmente los frutos tienen dentro una semilla lista para ser plantada y dar nuevos frutos a su tiempo). Un beso.            

 

 

Caracartón número dos.