lunes, 23 de abril de 2018

Despacito

"Quiero bailar un slow with you tonight"
Aute

Ya estoy en Reykjavik. Llegué esta mañana después de una paliza grande durante toda la noche y dos horas más, las que separan los usos horarios de Islandia con España. Han ocurrido muchas cosas en este tiempo. Iré por partes: aeropuertos, comida, alojamiento, paseo, curso y gente.

Tres aeropuertos en una noche. Cada uno diferente:
  • El de Málaga, funciona por colas, 6 hice hasta sentarme en mi asiento: facturación, control de seguridad, aduana, cola en puerta de embarque (Aquí cuenta doble, porque cuando llevamos casi una hora en fila cambiaron la puerta de embarque a la de al lado) y cola en el pasillo para entrar al avión. 
  • En Londres Luton, alucinante. A penas hice colas, eso sí, los trabajadores no paran, es casi un 24/7. El aeropuerto daba "miedo", desde que aterricé de Málaga hasta que entré a la zona para embarcar, todas las paredes y sillas estaban ocupadas de gente. El suelo estaba repleto de gente tirada con sus bultos, durmiendo, no había donde ponerse para descansar. Eso sí, en cuanto abrieron facturación, cada uno, autónomamente a facturar, a buscar la puerta de embarque y hasta auto-reconocerse en la aduana (Ni policía ni ná, se pone el pasaporte en un lector y pa' lante). Y otra cosa que me impresionó fue, en la zona de los restaurante y duty free, gente comiendo y esperando que en las pantallas salieran los vuelos... y anda que avisan rápido, como mucho tres cuartos de hora antes de salir, teniendo en cuenta que media hora antes cierran el embarque... pues, cada cinco minutos, vorágine de gente buscando su puerta, qué barbaridad, qué carreras, qué agobio... intenté cruzar un par de veces por el pasillo y era casi imposible por la cantidad de personas que iban y venían.
  • El de Keflavic. Qué paz, ni un ruido, todo es calma, hasta cuando hay mucha gente.
La comida...cara. No hay más. Me va a tocar cocinar todo lo que pueda. Estoy buscando en internet alguien que sugiera lugares para comer sin morir en el intento. Saber no sé a qué sabe, aún, pero tiene un olor tan bueno!!!!!!


El alojamiento. Hasta las dos no podía entrar, y como le había ganado dos horas al reloj... pues se iba a hacer muy largo. Solución, dejar la maleta en un hotel custodiada y a recorrer la ciudad hasta que pudiera tener acceso al apartamento. Eso hice, pasear, pasear, pasear y disfrutar del pueblo Islandés. La sensación, después de todo el día caminando, es como si nada estuviera repetido en Reykjavic: Ninguna fachada de casa es igual, ni los edificio, ni siquiera las alcantarillas. Todo aquí es único y habla de lo especial que se es ser único.

Paseo, paseo, paseo. Y durante el paseo a sacar fotos, ya sea para explicar luego todo lo vivido a los demás compañeros del claustro, o para ir pensando qué actividad les vienen mejor para trabajar con los alumnos y los tiene motivados.

El curso. Sin caras conocidas salvo el profesor. 19 nacionalidades y 111 participantes. Lo mejor, actividades que nos lleven a relacionarnos entre nosotros y a compartir experiencias. Lo peor, que mucha gente va en pareja o grupo desde el mismo lugar y colegio. Esto podría dificultar que nos relacionemos, pero esto acaba de empezar, seguro que nos irá muy bien.

La gente. Me quedo con el trayecto en autobús hasta el hotel. La gente aquí parece que está deseando que llegue la hora feliz para poder beber a mitad de precio. Quitando eso, que tampoco es ta malo, he alucinado con el chófer. A mis compis del cole se lo decía en el whatsapp, despacio no, lo siguiente. A 60 km/h por la autovía... pero todos, todos, no solo el chófer de nuestro autobús. Después nos montaron en unos microbuses que nos llegan a cada uno a la parada más cerca de nuestro hotel al ser más pequeños y poder recorrer casi todas las calles. El caso es que no entendí a mi chófer cuando dijo el nombre de mi hotel. Tres paradas después y gracias a mi móvil con google maps me di cuenta del error, pero tarde, y al ser la última parada me bajo, pero le comento al conductor lo que me ha pasado. Ya con todo fuera del autobús, se me acerca el chófer y entonces me dice que si quiero que él me lleve (de nuevo) a mi parada, aún habiendo acabado su trayecto. 

Pues eso, quiero bailar un slow with you tonigth. Vivir con la suficiente calma como para descubrir lo que es bueno y hacerlo crecer.

2 comentarios:

  1. Genial! Nos encanta el blog! Así te tenemos controlado... Es envidia sana pero también orgullo de ver a uno de los nuestros ampliando, aprendiendo, experimentando, creciendo. Eso se llama capital humano y es en el que hay que invertir, porque del otro ya sabemos cómo está la cosa... Aprovecha y empápate de todo pero sobre todo vuelve y nos lo cuentas. Abrazos dos horas más tarde.

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  2. El tiempo vuela y tú también. Desde Malaga a Reykjavik. ¡Qué fuerte! Como dirían nuestros alumnos. Nos está encantando seguir tus ”aventuras" Gracias por tu tiempo, por las fotitos tu por lo que venga. Pues eso, compartimos y queremos bailar un "slow with you tonigth".

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